El
sistema radical es el medio más complejo de las plantas, conocer y saber
manejar los factores que afectan su desarrollo es un verdadero arte, de ahí que
citamos la frase célebre de Leonardo da Vinci, quien sabiamente dijo “Conocemos mejor la mecánica de los cuerpos
celestiales que el funcionamiento del suelo bajo nuestros pies” esta frase
nos habla de lo complejo que es entender las interacciones que en el suelo
suceden.
En el suelo suceden interrelaciones
entre componentes químicos, físicos y biológicos. La estabilidad de estos
componentes dicta la sustentabilidad del suelo, es decir el grado de fertilidad
del mismo. Entre estos componentes el más desconocido o el que menos tomamos en
cuenta en explotaciones agrícolas es el biológico; sin embargo, conocer este
componente podría traer grandes beneficios como lograr un cultivo productivo y
limpio de enfermedades.
En todos los sistemas agrícolas,
desde convencionales, de conservación, sistemas intensivos e hidropónicos
existe interacción entre las raíces y los microorganismos presentes en el
medio, depende del agricultor si decide darse a la tarea de conocerlos y
sacarles provecho.
Entre los principales microorganismos presentes
en el suelo en orden de abundacia se encuentran: las bacterias, hongos y los
protozoarios principalmente. Las bacterias y los hongos son más conocidos, y
existen ciertas especies que traen beneficios a las plantas y otras que afectan
negativamente su desarrollo. Ahí radica la importancia de conocer cuales nos
ayudan “Microorganismos benéficos” y cuales afectan a nuestro cultivo
“Fitopatógenos”. A continuacion se presentan las interrelaciones entre las
raíces y dichos microorganismos:
1. Interrelaciones positivas:
Fijadores de N libres y simbioticos.
PGPRs (bacterias promotoras del crecimiento de las plantas).
Degradadores de materia organica.
Endófitos.
Microbios promotores de resistencia a estrés.
Solubilizadores de fósforo y otros nutrientes.
2. Interacciones negativas:
Patógenos.
Competidores
de nutrientes.
Bacterias fijadoras
de Nitrógeno
Las bacterias fijadoras de nitrógeno que se desarrollan
de forma natural en el suelo. Representan un biofertilizante ecológico y se
dividen en dos grupos: Las simbióticas, especificas de las leguminosas, como Rhizobium, y las libres, que viven en el
suelo y no necesitan a la planta para su reproducción, como Azotobacter y Azospirillum, entre los más importantes en agricultura. Azotobacter y Azospirillum, en concentraciones adecuadas y en ciertos cultivos de
baja demanda, pueden sustituir al nitrógeno químico (Urea, amoníaco, nitratos) sin
merma de la producción y a menor coste. Otras ventajas comprobadas del uso de
estas bacterias como biofertilizante son:
a) Producen fitohormonas, como el ácido indolacètico y las
citoquininas, capaces de acelerar y potenciar el crecimiento de las plantas.
b) Al permanecer vivas durante años y reproducirse en el suelo,
no sólo no lo degradan sino que contribuyen a su enriquecimiento en nitrógeno y
a su regeneración de forma ecológica y gradual, incluso en terrenos de alta
concentración salina.
c) Se ha comprobado que fertilizando los cultivos con estas
bacterias y con nitrógeno químico en un porcentaje entre el 20 y 50% del
utilizado normalmente, se consigue un aumento de producción sobre las cosechas
obtenidas únicamente con fertilizante químico al 100%. Esto es debido a que, al
liberarse la bacteria de su función fijadora de nitrógeno, produce más factores
de crecimiento vegetal.
d) Crea una barrera protectora contra hongos y bacterias
patógenas en la raíz de la planta, por lo que ésta crece más sana y
fortalecida.
e) Producen enzimas que solubilizan los fosfatos y los hacen más
accesibles a la planta, así como factores que facilitan la absorción de
oligoelementos.
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Fuente:
Vivanco, J. M. 2011. El ambiente rizosférico, el mundo oculto de la productividad agrícola. DIHP, INTAGRI. Celaya, México.
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